jueves, 3 de mayo de 2007

estimado mister huntington, dos puntos



Samuel P. Huntington:
Harvard University
Boston, Massachussets

Estimado Mister Huntington:

Le saludo “cordialmente”.
Mire usted, resulta que hay personas que piensan que a pesar de mi juventud (que ya no es tanta) lo que diga puede ser importante para otras y se les ha ocurrido la condenable idea de darme un micrófono y una frecuencia para que en diez minutos hable de lo que considere relevante en el ámbito internacional, así que como usted comprenderá leo esta misiva por este medio aprovechando tal oportunidad.
Hace unos días terminé de leer su libro: Who are we?.
He de confesarle que me encuentro un poco preocupado. Desde pequeño siempre me sentí atraído por los viajes y la gente de otros países, con mucha curiosidad por entender su cultura y poder comunicarme con ellos, así que me puse a aprender idiomas, hablo español (como vera muy mexicanizado o medio Slang –pa’ que me entienda-), me comunico perfectamente en inglés, fluidamente en francés, campechaneo el italiano y champurreo el griego. Hoy me encuentro con que lejos de verlo como un esfuerzo de comunicación, ustedes los intelectuales de Harvard piensan que hablar otro idioma como el español es una amenaza.
Me pregunto si a ustedes no les interesa comunicarse con otras culturas y países tanto como a nosotros o si no se han dado cuenta que para entendernos con ustedes muchos en el planeta nos hemos puesto a hablar inglés. He de decirle que a donde quiera que voy me comunico muy bien hablando su idioma… ¡Ah! es que se me olvidó comentarle que la verdad, la verdad, soy medio pata de perro. Mi tío me heredó una lanita, mi madre se mochó con otra y a Rocha se le dio patrocinarme asi que se me ocurrió dar el rol por el mundo, en esas llevo ya cinco años y fíjese que no la llevo mal.
Me he dado cuenta que esa invasión cultural a la que usted tanto le teme ya sucedió, pero al revés, resulta que por donde quiera que voy hablan inglés, anuncian marcas gringas, veo películas de Hollywood, me venden ropa gabacha, escucho Rock-Pop y para acabarla de amolar, los libros, la tecnología y hasta las señalizaciones están en inglés. No se si sus estadísticas y autores predilectos lo tengan muy entretenido pero le juro que en lo que usted buscaba argumentos para justificar cómo nosotros los invadíamos a ustedes, los gringos ya invadieron el mundo. Perdóneme que le de tan mala noticia.
Hablando de invasiones, la que las tropas angloamericanas llevaron a cabo en Irak hace más de un año, utilizó argumentos que usted expuso en su frase, digo artículo, digo libro, llamado “El choque de civilizaciones” hace unos diez añitos cuando a la amenaza roja se le acabó el boleto y usted tuvo que buscar otro enemigo a quien sonarle.
¿No será que otra vez busca que nos den ahora a nosotros?
¿Pero por qué tanta violencia doctor?, ¡ah que Don Huntington este!, siempre haciéndole honor al apellido e inventando presas culturales para cazarlas.
Bueno, estábamos hablando de los árabes, de esos a los que usted vio como una amenaza. La verdad conozco a algunos y en general son muy buena onda, salvo aquellos que usted identifica bien, como Bin Laden y sus secuaces que ya me han puesto en el camino periodístico dos sendos atentados.
A decir verdad, quizás ustedes no sientan la necesidad de comunicarse con otros países del mundo porque cuando no los entienden simplemente los atacan. Otra de las cosas que hoy usted cree que los mexicanos estamos haciendo en su país.
Dice usted que los brownies atentamos contra ustedes los güeros, anglosajones y protestantes. En cuanto a la religión y el multiculturalismo he de contarle otra de mis realidades: soy nacido en México, de madre más mexicana que el Mole, de padre griego más helénico que los Gyros, tengo en mi sangre algo de español y de indígena, mi padre era ortodoxo mi madre es protestante, mis abuelos eran católicos y yo además de agnóstico estoy, a decir verdad, un poco confundido, pero en ningún caso veo las religiones como un atentado contra mi cultura, Dios me libre.
Pero regresando a eso de que me gusta viajar, déjeme decirle que cuando camino en las calles de su país, lo que menos veo son esos güeros a los que usted defiende, es más, otra vez se la paso al costo: ¡viera usted que hay una cantidad de turbantes, kipás, burkas, sombreros y kimonos caminando junto con los negros por doquier!.
No se crea si la cosa no esta tan escasa de culturas.
Así como todas las ciudades tienen su barrio latino o mexicanito con tacos y tamales, se come maravillosamente bien en los China Town o en la pequeña Italia y hay tantos puestos y tiendas de Kebabs, Sushi y Gyros que ya uno hasta se tropieza.
Para vender electrónicos nadie como los judíos, entre quienes cuento a mis mejores brothers. Todo esto lo sé porque he ido a Los Angeles a visitar a mis parientes que cuando llegaron a los United States comenzaron a hacer cosas a las que ustedes los wereavers ya no querían entrarle. Reconozco que a los mexicanos nos da por cruzarnos de espaldas mojadas a Gringolandia pero es que usted no esta para saberlo (de hecho últimamente no sabe nada) pero nos ha ido medio mal con los gobiernos y la verdad es que eso de enriquecernos a costa de los demás países nunca se nos ha dado muy bien.
No se haga, ustedes ya están -como dice el compatriota Carlos Fuentes- “en un estadio superior de empleo”, ¿tons? ¿de qué se quejan si ya la hicieron?, a nosotros déjenos seguir ganando una lanita y haciéndolos a ustedes más millonarios, en una de esas le pegamos al sueño americano.
Por cierto, todos los pochos que yo conozco se han integrado muy bien a su dizque American Güey of Life, es más, algunos de ellos ya hasta hacen como que no entienden español. La mayoría de los chavos allá, que yo sepa, sienten sus raíces mexicanas muy adentro pero están muy agradecidos por el cobijo que Estados Unidos les dio a ellos y a sus familias, ya son gringos hechos y derechos, nomás es cuestión de que se vaya usted ahí a Ana´s Tacos, que le queda muy cerca de Harvard, para que los escuche en sus propias palabras mientras se echa un Big Burrito con frijolitos y arroz.
Ya para terminar Don Samuel, he de decirle que me vine a Europa porque después de que sus anteriores enemigos se creyeron su rollo y tiraron las Torres Gemelas me dieron ganas de estudiar la onda internacional para entender mejor eso de las culturas y ando acá en el viejo continente.
Me va usted a perdonar que una vez habiéndole presumido que acabo de terminar una maestría no me nazca disertar intelectualmente con usted, pero la verdad es que en estos años de viajes he aprendido que a veces la necesidad enseña más que la universidad, o sea que en el camino es donde se aprende a andar.
En otras palabras, le recomiendo que se atienda cuanto antes esa paranoia cultural y si en su embajada -donde como siempre nos escuchan amablemente- le traducen este mensaje, pues sea tan gentil de descolgarse y caerle para echarnos unos tacos al pastor con guacamole mientras me aclara algunas cositas y de pasada a ver si me engorda el currículum con una entrevista y me autografía su libro nuevo.
Prometo portarme lo más civilizado que pueda.

Sincerely confused,

AM

Septenver 2004

2 comentarios:

In phidelio dijo...

Güey, como que la ironía no es lo tuyo o sí? Jaja.

Sin duda muy buen artículo, creo que empezaste a hablar como el hombre de mundo del que presumía Rocha en cada emisión.

Ya solamente te falta dar la conclusión de ese frente inhóspito: las mujeres.

Saludos de In phidelio.

Anónimo dijo...

No, pues tu si le viajas eh???