jueves, 3 de mayo de 2007

armas de comunicación masiva


La cámara, el micrófono y la pluma son hoy las tres armas más temidas por la coalición en Bagdad. No son de destrucción sino de comunicación masiva. Son las únicas que los reporteros llevaban consigo y usaban todos los días. El martes pasado por ejemplo, cuando la guerra pasó de estar en los medios a estar contra los medios.

Decía Montesquieu que “la injusticia hecha a uno sólo es una amenaza dirigida a todos”.

Los agresores bombardearon el martes las instalaciones de la cadena Al-Jazeera y de Abu-Dhabi TV, donde comenzaron a escribir la nota con la sangre que corría por las venas del reportero jordano Tarek Ayub y tres horas y media después mataron a dos camarógrafos en el Hotel Palestina.

No importa que ninguno de los corresponsales haya visto francotirador alguno, tampoco interesa que los disparos en el lobby del hotel se hayan hecho sólo desde su imaginación o que nadie haya informado a nadie que las habitaciones de los reporteros eran blanco militar válido para el Pentágono.

Un tanque llegó, apuntó y disparó.

El proyectil penetró el edificio pero cayó como bomba en la prensa internacional que en el ataque perdió al español José Couso de Telecinco y al ucraniano Taras Protsyuk de la Agencia Reuters.

Da lo mismo. Ambos eran compañeros.

La suma del dolor arroja ya doce colegas muertos. Los periodistas hemos quedado advertidos.

La noticia es que los aliados no quieren noticia, que bombardean como nueva estrategia de comunicación para ver si los reporteros se amedrentan y dejan de ser los ojos y los oídos de la opinión pública a la que sirven. Quieren que los dejen en paz para hacer la guerra.

Buscan el anonimato ¿para qué?

¿Para “encontrar” las armas de destrucción masiva escondidas en su paranoia? o quizás para “administrar” Irak con las manos libres de las esposas de la historia, que tantas llagas les hacen cuando no son de su medida.

El miércoles en el Congreso de los Diputados en Madrid, minutos después de que los reporteros pusieran sus armas de comunicación masiva en el suelo como protesta por lo sucedido el día anterior, el presidente del gobierno español José María Aznar dijo que los periodistas conocían el alto riesgo que suponía su presencia en la zona del conflicto. El Presidente Aznar tiene razón. Los reporteros sabían que iban a cubrir una guerra, pero lo que no sabían es que la guerra también iba a ser contra ellos.

Falta ahora que el Pentágono dé una explicación realista, coherente y satisfactoria de las razones por las que bombardearon a los reporteros. Una explicación que se contraponga a las sospechas de la prensa internacional de que el ataque fue deliberado. Si el Pentágono no la da, la prensa verá confirmadas dichas sospechas.

Que los periodistas caídos encuentren en la muerte la paz que no tuvieron durante la guerra que cubrieron.

Madrid. 12 de abril de 2003

2 comentarios:

In phidelio dijo...

Hermano, ahora que hablas de la guerra contra el periodismo, recuerdo los atentados que se han vuelto célebres en las últimas fechas, aunque a decir verdad, esto lleve muchos más años de lo que la gente cree.

La cobertura que se la hizo a lo de Amado Ramírez es lamentable desde el punto de vista de percepción singular. La gente lo lamenta como si fuese "el caso", cuando más bien, es el caso de Televisa que, por ser lo que es, pesa lo que pocos.

Saludos.

Cristina D. dijo...

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